Mensaje del General de las tropas invasoras al jefe militar de Logroño
«Al Capitán Gobernador de la plaza de Logroño.
Estimado señor: Enviado por mi Rey y Señor Soberano Francisco I y para cumplimentar sus órdenes en Castilla, os ruego no pongáis impedimento á que mis soldados penetren en ese pueblo para proseguir el camino, en la seguridad de que no se causará el menor daño ni perjuicio á esos habitantes.
EI General del ejército de S. M. F. André de Foix, Señor de Asparrot.»
El sitio y resistencia de nuestra ciudad de Logroño, bajo la protección de Nuestra Señora de la Esperanza y San Bernabé.
Contestación del Capitán Gobernador de Logroño
«Señor General: La ciudad de Logroño y todos sus habitantes, pertenecen al Emperador y Rey su Señor D. Carlos, y no se entregará ni dará paso á ese ejército enemigo mientras tengamos en nuestro poder, las llaves de sus puertas, que son tan pesadas, que por numerosos que sean los soldados que traéis, no podrán llevárselas.
EI Capitán Jefe de la plaza, Don PEDRO VELEZ DE GUEVARA.»
El sitio y resistencia de Logroño
En 1521, el Emperador y rey D. Carlos I pasa por la ciudad de Logroño camino de Castilla, y el recibimiento de las gentes, le dan a entender al monarca que Logroño es una ciudad fiel al imperio y a su rey.
Consciente del lugar geográfico que ocupa Logroño, teniendo en cuenta la cercanía con Navarra, sus intentos del retorno al reino con una dinastía francesa afín a Francisco I, y por otro lado su cercanía a Castilla y las revueltas de los comuneros, sin perder de vista los problemas con las Alpujarras, decide y manda mantener un pequeño destacamento de su guardia personal, que recuerde siempre su vinculación con la ciudad.
La persona designada al mando de dicho destacamento, don Pedro Vélez de Guevara, Duque de Nájera, elije a hombres de confianza, vinculados con La Rioja dejándolos como guardia de la puerta de San Francisco, cercana al hoy puente de Piedra y a la puerta de Castilla, hoy del Revellín.
En pleno levantamiento comunero, la ciudadanía de Logroño hizo frente a las tropas del oportunista rey francés Francisco I.
Ya estaban las tropas de André de Foix, formadas por bearneses, labortanos, franceses y bajonavarros y engrosadas después por altonavarros, dispuestas para atacar Logroño, después de atravesar la invadida y rendida Navarra.
De los pueblos vecinos donde se hallaban los soldados en pequeños destacamentos diseminados, se dirigieron todos a Logroño en busca de asilo seguro, al ser ésta la población más importante y fronteriza con Navarra.
El día 21 de mayo, el Concejo y Justicia de Logroño en unión del Corregidor D. Pedro Vélez de Guevara, dadas las noticias que traían los últimos refugiados y soldados, se acordó celebrar una reunión general en el templo de Santiago el Real, como sitio espacioso para anunciar a todos los Logroñeses la apremiante necesidad de adoptar algunas medidas. Las campanas de esta iglesia repitieron sus golpes con desusada celeridad anunciando a los habitantes de la ciudad la urgencia e interés de la convocatoria
Durante tres días, estuvieron preparándose para un más que posible defensa de la ciudad pues las noticias del avance del ejército francés hacia Logroño eran cada vez más alarmantes.
Un último emisario, procedente de la vecina ciudad de Viana, fue portador en la tarde del día 24 de mayo de la nueva y última posición de las tropas, pues se distinguían ya las avanzadas del ejército invasor. Ya no había duda; pronto estarían delante de los muros de Logroño y era urgentísimo prepararlo todo para la resistencia que se tenía decidida. La ansiedad crecía por momentos; los clarines militares tocaban llamada; las guardias se reforzaban con más personas, y los castilletes situados sobre el puente del Ebro y también las murallas inmediatas a este punto, así como las ventanas y tapias del convento de San Francisco, se coronaban de logroñeses y soldados ávidos de divisar al enemigo.
Por fin al amanecer del día 25 y cuando los vigías tomando las debidas precauciones, se dirigieron a los puntos de observación, tuvieron que retroceder á toda prisa, al tiempo mismo que por las alturas inmediatas aparecían los soldados franceses.
Pronto se presentó a la entrada del puente, un oficial francés acompañado de varios soldados, trayendo un pliego que los centinelas reciben y pasa de mano en mano. Mientras, los recién llegados, quedan en la parte exterior esperando la respuesta.
Inmediatamente el documento es conducido a la casa consistorial, donde ya estaban reunidos los representantes del pueblo, la comisión de defensa y los principales vecinos.
Abierto aquél en medio de la ansiedad que todos experimentaban, fue leído en voz alta por el presidente de la reunión.
El mensaje decía: «Al Capitán Gobernador de la plaza. Estimado señor: Enviado por mi Rey y Señor Soberano Francisco I y para cumplimentar sus órdenes en Castilla, os ruego no pongáis impedimento á que mis soldados penetren en ese pueblo para proseguir el camino, en la seguridad de que no se causará el menor daño ni perjuicio á esos habitantes. EI General del ejército de S. M. F. André de Foix, Señor de Asparrot.»
La contestación se redactó en el mismo momento sin deliberación alguna y con la conformidad de todos, en los siguientes términos: «Señor General: La ciudad de Logroño y todos sus habitantes, pertenecen al Emperador y Rey su Señor D. Carlos, y no se entregará ni dará paso á ese ejército enemigo mientras tengamos en nuestro poder, las llaves de sus puertas, que son tan pesadas, que por numerosos que sean los soldados que traéis, no podrán llevárselas. EI Capitán Jefe de la plaza, Don PEDRO VELEZ DE GUEVARA.»
Salió el portador con la respuesta hacia las posiciones francesas, viéndosele trepar con sus soldados por la falda occidental del cerro de Cantabria, de donde enseguida los franceses empezaron a descender en grandes masas aproximándose al puente con intento de penetrar por él. Se intercambiaron numerosos disparos de una y otra parte, comprobándose que les era imposible el paso por este sitio perfectamente defendido. Cesaron los ataques y conservaron sus posiciones a muy corta distancia.
Transcurridas algunas horas y por uno de los vados del Ebro cerca de Varea, el ejército francés cruzó el río y apareció por el Oriente de la ciudad situándose en las inmediaciones del convento de Madre de Dios. Treinta mil soldados según crónicas de la época, comandados por el General Asparrot sitiaban la ciudad.
Desde que comenzó el 25 de mayo de 1521 el sitio a la Ciudad de Logroño, mantuvo el capitán Vélez de Guevara el encargo de organizar la defensa. Otra de las misivas que D. Pedro llegó a mandar para el General Asparrot, decía: «Logroño no abrirá sus puertas al enemigo, mientras uno solo de sus habitantes, tenga vida para combatir. Nos defenderemos hasta la muerte».
Desde que se formalizo el cerco, los ataques, escaramuzas, combates y pérdida de vidas humanas fueron numerosos. Se intentaron varias estrategias, incluida la de anegar el campamento francés mediante una riada. El mismo 10 de junio, cuando la escasa guarnición de la ciudad junto con valerosos habitantes atacó por la noche el campamento enemigo, infundieron con confusión y temor en las tropas atacantes, el mensaje de que se acercaban un grandioso ejército de 20.000 soldados, con D. Antonio Manrique de Lara, Duque de Nájera al mando, de ellos.
Ante semejante amenaza, Asparrot mandó levantar el asedio y huyó con sus tropas en desbandada. Al día siguiente, 11 de junio, la ciudad celebró la victoria y juró el ‘voto de San Bernabé’. Esto se celebra cada 11 de junio en la festividad del santo. Durante todos los días del asedio, la población tanto civil como miliar, se alimentó con peces de Ebro pescados por la noche, pan hecho con la harina del trigo de los graneros de la ciudad junto con vino de las bodegas.
Agradecido el emperador Carlos I de España al señalado servicio que los logroñeses prestaron en esta memorable campaña, les concedió el privilegio de poner en el escudo de armas de la ciudad las tres flores de Lis que el ejército de Asparrot traía en sus banderas, con otras distinciones que detalladamente constan en aquel y otros documentos, por la defensa de Logroño durante el sitio que sufrió la MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE LOGROÑO en el año 1521.
Hemos encontrado un excelente y fiel relato del sitio de Logroño realizado por don F. J. Gómez que se puede consultar y descargar en el siguiente enlace.
http://www.logronopasion.com/pdf/El_Sitio_De_Logroño_En_1521.pdf
LA COFRADIA DEL PEZ.
El 11 de junio, día de San Bernabé, el ejército invasor levanto el campamento y desistió de pasar e invadir Logroño. Se rompió el asedio y se resistió al enemigo. Logroño hizo al Santo Bernabé, su patrón en agradecimiento y conmemoración de esa fecha, esencial en la historia de la ciudad.
Con el paso de los años, arraigó la costumbre de repartir en este día grande de las Fiestas de Santo Bernabé, peces, pan y vino a los logroñeses, en recuerdo de aquella gesta.
De esta tradición, surgió la Cofradía del Pez que cada 11 de junio, distribuye al lado de los restos de la única de las puertas de la antigua muralla de la ciudad aun en pie, llamada Puerta del Revellín, más de 20.000 raciones de los alimentos que propiciaron la victoria logroñesa en aquel día del 1521.
La Cofradía del Pez, es la encargada del Reparto del Pez y es la razón de ser de su fundación, siendo este momento del reparto del pez sin duda, el acto principal de estas Fiestas y una tradición espacialmente querida por todos los logroñeses, que encuentra en la defensa de los valores y tradiciones logroñeses, su principal seña de identidad.
Los miembros de la Cofradía participan en otros actos de las fiestas, como el traslado de la imagen del Santo el día anterior de la Iglesia de Santiago a la Con-Catedral de Santa María de La Redonda.
Un dato curioso es el número de cofrades, pues solo pueden ser 26. Este número es el resultado de la suma de la fecha (día, mes y año) 11+6+1+5+2+1 es decir 11 de junio de 1521. La condición indispensable para ser elegido miembro de la Cofradía es ser de nacimiento logroñés, y destacar por la defensa de las tradiciones de la capital riojana. Para acoger a aquellos que, sin haber nacido en Logroño, se distingan por su entrega a esos valores, existe la categoría de Cofrade de Honor, que es idéntica en sus deberes y responsabilidades, a la de Cofrade de Número.
Actualmente son 39 el número de cofrades, de los que 7 son cofrades eméritos, 24 de número y 8 cofrades de honor.
Su actual Cofrade Mayor es D. Alejandro Bezares González, su Cofrade Secretario D. José María Gómez Lozano Mayor y como Sacerdote Consiliario D. Carlos de la Concepción Martínez.
Fotografías para el recuerdo.
San Bernabé, patrono de la Muy Noble y Leal Ciudad de Logroño.
San Bernabé no fue uno de los doce elegidos por Jesucristo, pero es considerado Apóstol por los primeros padres de la Iglesia, incluso por San Lucas, a causa de la misión especial que le confió el Espíritu Santo y de su activa tarea apostólica.
Bernabé, judío de la tribu de Levi, había nacido en Chipre; su nombre original fue el de José, pero los Apóstoles lo cambiaron por el de Bernabé por su significado (hombre esforzado). Se le menciona en las Sagradas Escrituras, en el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles por la venta de sus propiedades y entrega de lo recibido a los apóstoles para distribuir entre los pobres.
Los Apóstoles lo apreciaban mucho por ser un buen hombre, lleno de fe y lleno del Espíritu Santo y por eso lo eligieron para la evangelización de Antioquía, así como para instruir y guiar a los neófitos.
En esta misión obtuvo la cooperación de San Pablo y los dos predicadores obtuvieron gran éxito alcanzando con sus prédicas gran aumento de convertidos.
Antioquía se convirtió en el gran centro de evangelización y fue ahí donde, por primera vez, se dio el nombre de «Cristianos» a los fieles seguidores de Cristo.
Tiempo más tarde, se les encomendó una nueva misión y partieron a cumplirla, acompañados por Juan Marcos. Primero se trasladaron a Seleucia y después a Salamina, en Chipre. Luego llegaron a Pafos, donde convirtieron al procónsul romano Sergio Paulo, navegaron hasta Perga en Pamfilia, donde Juan Marcos los abandonó. En Iconium, en Licaonia, estuvieron a punto de morir apedreados. En Listra, San Pablo curó milagrosamente a un paralítico y los habitantes paganos los confundieron con dioses. De regreso a Antioquía pasaron por todas las ciudades que habían visitado para confirmar y ordenar presbíteros.
Ante el segundo viaje misionero surgió un conflicto entre Pablo y Bernabé. Bernabé quería llevar a su primo Juan Marcos y Pablo se oponía por haberles abandonado en la mitad del primer viaje por miedo a todas las dificultades encontradas. Por ello decidieron separarse. San Pablo se fue a su proyectado viaje con Silas y Bernabé partió a Chipe con Juan Marcos. Más tarde se volvieron a encontrar como buenos amigos misionando en Corinto, por lo que se deduce que Bernabé, en ese tiempo, aún vivía y trabajaba en los años 56 o 57.
Posteriormente, el mismo Pablo invita a Juan Marcos a unirse a él, cuando estaba preso en Roma.
Algunos apuntes cuentan que San Bernabé fue apedreado hasta morir en Salamina, un 11 de junio. Pero otra tradición nos lo presenta como predicador en Alejandría y en Roma años más tarde y además como primer obispo de Milán. Pero con seguridad, alrededor del año 60 ó 61, San Bernabé ya había muerto.