Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.

San Miguel, San Gabriel y San Rafael

La Iglesia Católica, honra y celebra el 29 de septiembre, la fiesta de los tres Arcángeles, que la sagrada Escritura menciona por su propio nombre: Miguel, Gabriel y Rafael.

 

 

Miguel (el guerrero), Gabriel (el mensajero) y Rafael (el sanador), ocupan el más alto rango de la jerarquía celestial y todas las confesiones cristianas, no solamente la Iglesia Católica, los reconocen así.

 

 

En el calendario litúrgico tradicional, las fechas a las que corresponden, son las del 29 de septiembre que contemplaba la fiesta de San Miguel Arcángel; la de San Gabriel era el 24 de marzo (el día previo a la Anunciación) y la de San Rafael, el 24 de octubre. Las comunidades que mantienen la forma extraordinaria del rito romano celebran a cada arcángel en su día.

 

 Pero, ¿qué es un ángel? ¿Qué diferencia hay entre un ángel y un arcángel?

La sagrada Escritura, la tradición de la Iglesia y Santo Tomás de Aquino, nos enseñan que a diferencia de los seres humanos,los ángeles y arcángeles en cuanto seres espirituales, cada uno de ellos son  de naturaleza única. Lo que los distingue es su grado de semejanza con Dios y con Su Espíritu Divino; no como los seres humanos que nos distinguimos por nuestras diferencias de rasgos materiales. Sin embargo, se los puede clasificar en grupos, llamados coros, según la similitud espiritual que cada uno comparte dentro de ese grupo y las misiones que Dios les ha encomendado.

Los más cercanos a Dios son los espíritus de los coros superiores, los serafines, querubines y tronos; los más cercanos a los hombres, que se nos parecen más en espíritu, son los coros inferiores. Entre los últimos, se encuentran los arcángeles y los ángeles, que sirven a Dios como mensajeros (en griego, aggelos) mayores y menores hacia los hombres.

Santo Tomás de Aquino hizo la siguiente lista jerárquica de los nueve coros angelicales, usando los nombres tradicionales del hebreo y del griego que tradujo San Jerónimo en la Vulgata Latina:

  • Serafines (Is 6,2, 6, seraphin)
  • Querubines (Gn 3,24, Heb 9,5, cherubin)
  • Tronos (Col 1,16, throni)
  • Dominaciones (Col 1,16, Ef 1,21, dominationem)
  • Virtudes (Ef 1,21, virtutem)
  • Potestades (Rom 8,38, Ef 1,21, potestatem)
  • Principados (Col 1,16, Ef 1,21, principatum)
  • Arcángeles (Ap 12,7, Judas 9, archangelus)
  • Ángeles (hay más de 300 referencias, angelus)

Por una parte, el ángel es una criatura que está en la presencia de Dios, orientada con todo su ser hacia Dios. Todos los nombres de los Arcángeles acaban con la palabra «El», que significa «Dios». Dios está inscrito en sus nombres, en su naturaleza. Su verdadera naturaleza es estar en él y para él.

Precisamente así se explica también el segundo aspecto que caracteriza a los ángeles: son mensajeros de Dios. Llevan a Dios a los hombres, abren el cielo y así abren la tierra. Precisamente porque están en la presencia de Dios, pueden estar también muy cerca del hombre. En efecto, Dios es más íntimo a cada uno de nosotros de lo que somos nosotros mismos.

Los ángeles y arcángeles hablan al hombre de lo que constituye su verdadero ser, de lo que en su vida con mucha frecuencia está encubierto y sepultado. Lo invitan a volver a entrar en sí mismo, tocándolo de parte de Dios. En este sentido, también nosotros, los seres humanos, deberíamos convertirnos continuamente en ángeles los unos para los otros, ángeles que nos apartan de los caminos equivocados y nos orientan siempre de nuevo hacia Dios.

Cuando la Iglesia antigua llama a los obispos ángeles de su Iglesia, quiere decir precisamente que los obispos mismos deben ser hombres de Dios, deben vivir orientados hacia Dios. “Multum orat pro populo” (Ora mucho por el pueblo), dice el Breviario de la Iglesia a propósito de los obispos santos. El obispo debe ser un orante, uno que intercede por los hombres ante Dios. Cuanto más lo hace, tanto más comprende también a las personas que le han sido encomendadas y puede convertirse para ellas en un ángel, un mensajero de Dios, que les ayuda a encontrar su verdadera naturaleza, a encontrarse a sí mismas, y a vivir la idea que Dios tiene de ellas.

 

SAN MIGUEL: «HACER ESPACIO A DIOS EN EL MUNDO»

 

¿Cómo suele representarse a San Miguel Arcángel?

Es muy frecuente verlo representado sosteniendo una espada y sometiendo al demonio, representado a veces por un dragón.

El Papa San Juan Pablo II, al referirse a San Miguel, afirmó: “Su nombre expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos: ‘Mica-EL’ significa ‘¿quién como Dios?’. En ese nombre se halla expresada, pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles ‘ven la faz del Padre’ que está en los cielos”.

¿Por qué es santo el Arcángel Miguel?

La palabra “santo” puede designar a una persona o a un ángel. El término tiene varios usos. En sus cartas, San Pablo habla de los justos como santos. La Iglesia se refiere a los santos canonizados, aquellos cuyas virtudes heroicas han sido probadas y cuya presencia ante Dios ha sido confirmada por su intercesión milagrosa. Como San Miguel es uno de los santos ángeles, es santo en ambos sentidos, el sentido general de ‘justo’ y el sentido específico que reconoce la Iglesia como alguien que está eternamente en presencia de Dios.

Esto también se aplica a San Gabriel y San Rafael.

¿A quiénes protege San Miguel?

A toda persona que solicite su protección. Él, defiende particularmente contra el mal.

El Papa León XIII (1878-1903) tuvo una visión del mal que sobrevendría al mundo en el siglo siguiente. Como respuesta a esa visión, escribió la oración a San Miguel y mandó que se le rezara al finalizar la Misa.

¿Qué dice la Biblia acerca de San Miguel?

Aparece mencionado en varios libros de la Biblia. Primero, en el libro de Daniel, donde se lo nombra como “uno de los Primeros Príncipes” (Dn 10,13). En el libro de Judas, se lo nombra explícitamente como un arcángel. En el libro del Apocalipsis dice: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles fueron arrojados con él. (Ap 12,7-9)”

En esos textos se ponen de manifiesto dos funciones de este Arcángel. Defiende la causa de la unicidad de Dios contra la presunción del dragón, de la «serpiente antigua», como dice san Juan. La serpiente intenta continuamente hacer creer a los hombres que Dios debe desaparecer, para que ellos puedan llegar a ser grandes; que Dios obstaculiza nuestra libertad y que por eso debemos desembarazarnos de él.

Pero el dragón no sólo acusa a Dios. El Apocalipsis lo llama también «el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa día y noche delante de nuestro Dios» (Ap 12, 10). Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita su dignidad. Entonces el hombre se transforma en un producto defectuoso de la evolución. Quien acusa a Dios, acusa también al hombre. La fe en Dios defiende al hombre en todas sus debilidades e insuficiencias: el esplendor de Dios brilla en cada persona.

El cristiano tiene por misión hacer espacio a Dios en el mundo contra las negaciones y defender así la grandeza del hombre. Y ¿qué cosa más grande se podría decir y pensar sobre el hombre que el hecho de que Dios mismo se ha hecho hombre?

Por todo ello, San Miguel es reconocido como un guerrero santo que lucha contra el mal y como jefe de los ángeles (arcángel), responsable de otros ángeles (una porción del noveno coro de ángeles).

¿De quiénes es patrono San Miguel?

Es patrono de los almaceneros, los soldados, los médicos, los marinos, los rescatistas y la policía. Pero lo principal es Guardián de la Iglesia, que es así como se le presenta en el Antiguo Testamento (Dn 10) como guardián de Israel.

San Juan Crisóstomo dice respecto al Arcángel San Miguel:  “Cuando estáis frente al altar donde Cristo reposa, no debéis pensar que os encontráis entre hombres; debéis saber que hay tropas de ángeles y arcángeles a vuestro lado, temblando de respeto ante el soberano Maestro del Cielo y la tierra. Por eso, cuando estéis en una iglesia, permaneced en silencio, con temor y veneración.”

Oración al Arcángel San Miguel

¡Oh! gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad.

Defiéndenos en esa batalla.

Sé nuestro amparo contra la perversidad y las acechanzas del demonio.

Para que tú, como Príncipe de la Milicia Celestial, apartes de nuestro lado y arrojes al infierno con el divino poder, a Satanás y a todos los demás espíritus malignos que andan dispersos por todo el mundo, para la perdición de nuestras almas.

Amén

 

SAN GABRIEL: «ES DIOS QUIEN LLAMA.

 

¿Cómo se representa a San Gabriel Arcángel?

A San Gabriel se lo suele representar con una flor de lirio, que simboliza la pureza.

¿Qué dice la Biblia acerca de San Gabriel?

El Libro de Daniel menciona a dos arcángeles: Miguel y Gabriel. En el Antiguo Testamento, San Gabriel interpreta las visiones de Daniel.

Sin embargo, por lo que más se conoce a San Gabriel es por el papel que juega en el Nuevo Testamento. Zacarías, un sacerdote judío, y su esposa Isabel no habían tenido hijos, e Isabel ya era una persona mayor para concebir. San Gabriel se apareció a Zacarías cuando este estaba quemando incienso en el Templo y le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan” (Lc 1,13). Sin embargo, Zacarías dudó, por lo que el arcángel le replicó: “Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo” (Lc 1,19-20). Este niño que tuvieron Zacarías e Isabel es Juan el Bautista.

San Gabriel es quien se aparece a María en la Anunciación:

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.

El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue. (Lc 1,26-38).

Si al Arcángel Gabriel lo encontramos sobre todo en el magnífico relato del anuncio de la encarnación de Dios a María, como nos lo refiere San Lucas, es sin dudas el mensajero de Dios y de su encarnación. Llama a la puerta de María y, a través de él, Dios mismo pide a María su «sí» a la propuesta de convertirse en su Madre. En Madre del Redentor. De concebir su carne humana al Verbo eterno de Dios, al Hijo de Dios.

En repetidas ocasiones el Señor llama a las puertas del corazón humano. En el Apocalipsis dice al «ángel» de la Iglesia de Laodicea y, a través de él, a los hombres de todos los tiempos: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20). El Señor está a la puerta, a la puerta del mundo y a la puerta de cada corazón. Llama para que le permitamos entrar: la encarnación de Dios, su hacerse carne, debe continuar hasta el final de los tiempos.

Todos deben estar reunidos en Cristo en un solo cuerpo: esto nos lo dicen los grandes himnos sobre Cristo en la carta a los Efesios y en la carta a los Colosenses. Cristo llama. También hoy necesita personas que, por decirlo así, le ponen a disposición su carne, le proporcionan la materia del mundo y de su vida, contribuyendo así a la unificación entre Dios y el mundo, a la reconciliación del universo.

Tenemos la misión de llamar en nombre de Cristo a los corazones de los hombres. Entrando nosotros mismos en unión con Cristo, podemos también asumir la función de Gabriel: llevar la llamada de Cristo a los hombres.

¿Qué significa Gabriel en hebreo?

San Juan Pablo II dijo: “Su nombre [de San Gabriel] significa ‘mi poder es Dios’ o ‘poder de Dios’, como para decir que, en el culmen de la creación la Encarnación es el signo supremo del Padre omnipotente”.

¿De qué es patrono San Gabriel?

San Gabriel es patrono de quienes trabajan en telecomunicación, quienes trabajan en radio, los empleados postales y los mensajeros.

San Juan Crisóstomo habla de este Arcángel: “Considerad cuán augusto privilegio es, cuando hay ángeles presentes y se congregan miríadas de arcángeles, cuando querubines y serafines rodean con su esplendor el trono, ¡que un mortal pueda acercarse con confianza sin límites y conversar con el Soberano al que teme todo el cielo! Oh, no existe honor más grande.”

Oración al Arcángel San Gabriel

¡Oh! Santo Ángel San Gabriel, glorioso mensajero del Señor, que anunciaste a la Santísima Virgen María la venida del Dios Salvador, llévale mis súplicas a Dios para que El me de salud, me conceda la salvación de mi alma y tranquilidad espiritual para recibir todas las pruebas, que Dios me imponga con resignación y me libre de enemigos.

Glorioso San Gabriel, tu divina providencia se extiende sobre mi familia, a fin de que nunca nos separemos y así unidos dar gracias a Dios.

Amén.

SAN RAFAEL: «HACE RECOBRAR LA VISIÓN»

 

¿Por qué se representa a San Rafael sosteniendo un pescado?

El símbolo del pescado es un signo del papel que desempeña San Rafael en la sanación espiritual y material.

¿Qué significa Rafael en hebreo?

San Juan Pablo II dijo: “Finalmente el tercer arcángel se llama Rafael. ‘Rafa-El’ significa: ‘Dios cura’, Él se ha dado a conocer por la historia de Tobías en el antiguo Testamento, tan significativa en el hecho de confiar a los ángeles los pequeños hijos de Dios, siempre necesitados de custodia, cuidado y protección”.

¿De qué es patrono San Rafael?

Es patrono de los viajeros, los ciegos, los enfermeros, los farmacéuticos, los médicos y las personas enfermas.

¿Dónde lo menciona la Biblia?

En el libro de Tobías, uno de los libros deuterocanónicos de la Biblia, San Rafael viaja con un hombre llamado Tobías, presentándose como un pariente de este. San Rafael ayuda a Tobías de dos maneras. Primero, libera a una joven, Sarah, de una atadura espiritual. Ella se había casado siete veces y un demonio había matada a cada uno de los esposos en la noche de bodas. Luego Tobías se casa con Sarah, con la ayuda de San Rafael. San Rafael también devuelve la vista al padre de Tobías, Tobit, que se había quedado ciego.

¿Cuál es la historia de San Rafael y el pescado?

En el mencionado libro de Tobías se nos cuenta que Tobías y San Rafael viajaban juntos cuando Tobías fue a lavarse en el Tío Tigris y fue atacado por un pez, pero San Rafael le indicó que lo agarrara y le sacara el corazón, el hígado y la hiel. Y luego usó eso para liberar a Sarah del demonio y a Tobit de su ceguera.

“Hermano Azarías, ¿qué remedios hay en el corazón, el hígado y la hiel del pez? Le respondió [Rafael]: “Si quema el corazón o el hígado del pez ante un hombre o una mujer atormentados por un demonio o un espíritu malo, el humo ahuyenta todo mal y lo hace desaparecer para siempre. En cuanto a la hiel, untando con ella los ojos de un hombre atacado por manchas blancas, y soplando sobre las manchas, queda curado.” (Tobías 6,6-8)

Por supuesto que fue por el poder divino que se lograron esas sanaciones, tanto la espiritual como la física. Pero el arcángel, con su apariencia humana, usó medios materiales como signos, así como Cristo usó Su saliva y barro, y la Iglesia utiliza materia en los sacramentos, como signos visibles de realidades espirituales.

San Rafael se nos presenta, como el ángel a quien está encomendada la misión de velar y curar. Cuando Jesús envía a sus discípulos en misión, además de la tarea de anunciar el Evangelio, les encomienda siempre también la de curar. El buen samaritano, al recoger y curar a la persona herida que yacía a la vera del camino, se convierte sin palabras en un testigo del amor de Dios. Este hombre herido, necesitado de curación, somos todos nosotros. Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar, porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.

Tobías refiere dos tareas emblemáticas de curación que realiza el Arcángel Rafael. Cura la comunión perturbada entre el hombre y la mujer. Cura su amor. Expulsa los demonios que, siempre de nuevo, desgarran y destruyen su amor. Purifica el clima entre los dos y les da la capacidad de acogerse mutuamente para siempre.

En el Nuevo Testamento, el orden del matrimonio, establecido en la creación y amenazado de muchas maneras por el pecado, es curado por el hecho de que Cristo lo acoge en su amor redentor. Cristo hace del matrimonio un sacramento: su amor, al subir por nosotros a la cruz, es la fuerza sanadora que, en todas las confusiones, capacita para la reconciliación, purifica el clima y cura las heridas.

Al sacerdote está confiada la misión de llevar a los hombres continuamente al encuentro de la fuerza reconciliadora del amor de Cristo. Debe ser el «ángel» sanador que les ayude a fundamentar su amor en el sacramento y a vivirlo con empeño siempre renovado a partir de él.

En segundo lugar, la curación de la ceguera. Todos sabemos que hoy nos amenaza seriamente la ceguera con respecto a Dios. Hoy es muy grande el peligro de que, ante todo lo que sabemos sobre las cosas materiales y lo que con ellas podemos hacer, nos hagamos ciegos con respecto a la luz de Dios.

Curar esta ceguera mediante el mensaje de la fe y el testimonio del amor es el servicio de Rafael, encomendado cada día al sacerdote y de modo especial al obispo. Así, nos viene espontáneamente también el pensamiento del sacramento de la Reconciliación, del sacramento de la Penitencia, que, en el sentido más profundo de la palabra, es un sacramento de curación. En efecto, la verdadera herida del alma, el motivo de todas nuestras demás heridas, está en el pecado. Y sólo podemos ser curados y sólo podemos ser redimidos, si existe un perdón en virtud del poder de Dios, en virtud del poder del amor de Cristo.

San Juan Crisóstomo hace en su homilía sobre los arcángeles, mención de este maravilloso e impresionante Rafael, haciendo especial hincapié de lo ya expuesto sobre el pescado y sanación de la joven enferma, y la recuperación de la vista al anciano ciego.

Oración al Arcángel San Rafael

Eres medicina de Dios y por mandato divino curaste la ceguera de Tobías y libraste a Sara del demonio. Guíame en este momento de enfermedad. Acompáñame con tu luz y preséntame ante el trono de Dios para que alcance la salud que necesito. Te ruego que intercedas por mi sanación física, mental y espiritual

También te encomiendo la salud de todos mis familiares, amigos, o cualquier otra persona que necesite curación.  Sé que con tu poder y tu intercesión puedes obrar la sanación en cuerpos y mentes.

Te pido que los protejas de todo mal y les concedas la fortaleza para enfrentar este momento difícil.

Que tu luz guíe a los médicos que lo atienden y les otorgue sabiduría para su tratamiento.

Amén.

 

 

Todos los Arcángeles y lo que Dios dispone en ellos.

  • Miguel o Micael; Es el Príncipe y jefe del ejército y milicia celestial y se presupone que es el encargado de presentar las almas a juicio
  • Gabriel; Es el mensajero celestial.
  • Rafael; Es el protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo
  • Uriel; Es el encargado de las tierras y de los templos de Dios, así como de ayudarnos en las etapas duras de la vida. Intercesor de la humanidad.
  • Ragüel; Es el encargado de la justicia, de la imparcialidad y de la armonía
  • Sariel; Es el encargado de los espíritus y de los hombres que pecan
  • Remeiel; Es el encargado de las almas de los resucitados.

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