La Cuaresma comienza con la imposición de la ceniza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos, día en que se inicia la Semana Santa.
Es tiempo de oración, de limosna y de ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón imitando los cuarenta días de penitencia que Jesús vivió en el desierto.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.» Palabra del Señor.
Evangelio según San Mateo (6.1-6.16-18)
Con la imposición de las cenizas, se inicia un periodo, tiempo litúrgico y espiritual relevante para todos los cristianos, queriéndonos preparar dignamente para la vivir el Misterio Pascual, la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Este tiempo del Año Litúrgico llamado CUARESMA, se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: «metanoeiete», es decir «Convertíos». Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito de la imposición de ceniza, con las palabras «Convertíos y creed en el Evangelio» y con la expresión «Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás», invitándonos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordándonos la fragilidad y la inexorable caducidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La conversión no es sino regresar a casa, un volver a Dios, como principio y fin, como alfa y omega de nuestra existencia y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
Y sinónimo de “conversión” es así mismo la palabra “penitencia”… Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo el ungido.
Origen de la tradición ó costumbre.
Antiguamente los judíos y otros pueblos de Oriente Próximo acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como gesto de arrepentimiento profundo. La Biblia menciona múltiples ocasiones y pueblos que utilizaban la ceniza en significado de duelo.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. Esto representaba su voluntad de convertirse. También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua.
En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, comenzaba con seis semanas, 42 días antes de la Pascua, y esto sólo daba como resultado 36 días de ayuno ya que se excluían los domingos por ser la fiesta de Señor y no haciendo ayuno en esos días. Es en el siglo VII cuando se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso entre el siglo VIII y el X, el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fue simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.
Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.
Significado simbólico de la ceniza.
Ceniza, del latín “cinis”, es el resultado de la combustión de algo por el fuego. En seguida se le dio y adquirió un sentido simbólico de muerte o caducidad, y en igual sentido de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Otras veces se ha unido la ceniza al “polvo” de la tierra: “en verdad soy polvo y ceniza”, dice Abraham en Génesis. 18,27.
El Miércoles de Ceniza, miércoles anterior al primer domingo de Cuaresma o como mejor lo entenderán muchos, diciendo que es el miércoles que sigue al carnaval, los cristianos realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente, fruto de la cremación de los ramos y las palmas del año pasado como ya hemos mencionado. Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
- La ceniza nos recuerda que el hombre está hecho del polvo de la tierra y es caduco y por eso nos hace humildes.
- La humildad aumenta y se tiñe de sentido penitencial cuando recordamos que además somos pecadores.
- La comunidad cristiana recibe el austero signo de la ceniza, después de que la lectura de la palabra nos ha invitado a la conversión.
- El camino de la conversión pascual empieza con el símbolo de la ceniza y acaba en la Vigilia con el del fuego, el agua y la luz. El destino es la Pascua, la vida. Pero el camino pasa también por la enuncia y la humildad.
- El “hombre viejo” tiene que dejar paso al “hombre nuevo”. El signo de la ceniza nos lo recuerda.
- La ceniza nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos y por otra, nos invita a que aceptemos el Evangelio como norma de vida.
Imposición de la ceniza.
En la eucaristía del día y tras leer la Palabra de Señor, se procede a la imposición de la ceniza por parte del celebrante. Son bendecidas las cenizas que van a ser impuestas sobre nuestras cabezas.
El sacerdote se impone primero él mismo la ceniza en la cabeza o bien se la impone el diácono u otro concelebrante si lo hubiera, porque también él como hombre débil, necesita convertirse a la Pascua del Señor. Luego la impone sobre la cabeza de los fieles, tal vez en forma de una pequeña señal de la cruz. Si parece más fácil, se podría imponer en la frente, por ejemplo, a las religiosas con velo. Se utilizan las dos fórmulas, que incluso puede hacerse de forma alternativa de modo que cada fiel oiga la que se le dice a él y también la del anterior o la del siguiente.
Una fórmula apunta a la conversión al Evangelio: «Convertíos y creed el Evangelio» o también Arrepentíos y creed en el Evangelio, mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Se acompaña también estas palabras con dos gestos complementarios: el sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la fórmula de la ceniza y el polvo, y a continuación el fiel pasa a otro ministro que está al lado y que le ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre él la fórmula que habla del evangelio. Resultar más expresivo así, dando la doble dimensión de la Cuaresma.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se les impone a los niños, a los adultos y a los ancianos.
Es costumbre dejar y no lavar la ceniza hasta que esta desaparezca por sí misma.
Otras fórmulas que se pudieran utilizar en plural o singular son:
- “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
- “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”
- “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”
Este día para los católicos, es día de ayuno y abstinencia, igual que el Viernes Santo. Y todos los viernes de Cuaresma, son días de abstinencia.
Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma.
La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que, por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período, no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.
Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes fiestas y comilonas, para realizar también todos los actos de los cuales se “arrepentirían” durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de muchas ciudades, y de manera especial, en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.
El ayuno y la abstinencia.
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración.
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior. La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios. La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.
El sacrificio.
Al hacer sacrificios (cuyo significado es “hacer sagradas las cosas”), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”
Conclusión y reflexión.
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.
Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar cómo es nuestro comportamiento, el de nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.
En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación también llamado de confesión, que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.
Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.
El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido, como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión, no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.
La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.
La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.
Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.
Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás.
PARA RECORDAR
1.- ¿Qué es el Miércoles de Ceniza?
Es el día en el que comienza la Cuaresma. No es el día en el que acaba el Carnaval y siempre cae en miércoles (parece obvio, pero alguno duda todavía). Da igual que el año sea bisiesto porque se cuenta hacia atrás desde la Misa de la Cena del Señor.
2.- ¿Dónde se compra la Ceniza?
En ningún sitio. Se obtiene de quemar los ramos bendecidos el Domingo de Ramos del año anterior.
3.- ¿Por qué se impone la ceniza?
Es un símbolo, y desde ese momento comienzan los cuarenta días de penitencia en el Rito romano que se caracteriza por el austero símbolo de estas Cenizas.
Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.
4.- ¿A quién se puede imponer?
No hace falta ser católico para que te impongan la ceniza. De hecho, muchos catecúmenos participan en la ceremonia en preparación para su bautismo el día/noche de Pascua de Resurrección.
Digamos que, en este sentido, es un «día de puertas abiertas»: creyente o no, niño, adolescente, maduro, mayor sin madurar o anciano. Todos. Los ateos habituales comentaristas de este blog también.
5.- ¿Cómo y dónde se impone?
No hay reglas fijas. Depende del ámbito cultural y de las costumbres locales.
- En los países de tradición latina, las cenizas se imponen más hacia el pelo que en la frente, espolvoreando.
- En los países del ámbito anglosajón, con agua bendita se hace una pasta y se suele «marcar la frente».
Después de la homilía, el sacerdote bendice las cenizas y las rocía con agua bendita. Luego se impone con una de estas dos fórmulas:
- Conviértete y cree en el Evangelio. O,
- Recuerda que eres polvo y al polvo volverás.
En el Misal romano dice que mientras se canta. Creo que no es una simple sugerencia.
6.- ¿Es obligatorio?, ¿es día de precepto?
No, no es obligatorio, y no, no es día de precepto. Aunque curiosamente sin «ser obligatorio» y siendo día laborable, suele aumentar considerablemente la asistencia a la Santa Misa ese día.
Tampoco es «obligatorio» confesarse. Pero, sinceramente, me parece una extraordinaria oportunidad. Tan extraordinaria como la que disfrutan los sacerdotes para explicar bien las cosas.
7.- ¿Cuánto tiempo hay que tener la ceniza en la cabeza o la frente?
Lo que quieras. Los hay que se lo quitan al volver al banco de la iglesia, en especial señoras. Otros, como testimonio, esperan a que desaparezca naturalmente.
8.- ¿Hace falta que la imponga un sacerdote?
La bendición, como todo sacramental, sólo la puede hacer un sacerdote o un diácono. Para la imposición pueden ser ayudados por laicos.
La bendición e imposición de la ceniza puede hacerse también fuera de la Misa. En este caso es recomendable que preceda una liturgia de la palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración colecta, las lecturas con sus cantos, como en la Misa. Sigue después la homilía y la bendición e imposición de la ceniza. El rito concluye con la oración universal, la bendición y la despedida.
9.- ¿Es obligatorio el ayuno y la abstinencia?
El Miércoles de Ceniza no hay obligación para los católicos de imponerse la ceniza, pero sí de hacer ayuno y abstinencia según las normas generales y las particulares de cada diócesis.
El ayuno es obligado, al igual que el Viernes Santo, a los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de los límites también se puede. Consiste en hacer solo una comida fuerte al día.
La abstinencia de comer carne es obligada desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también lo son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año, también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de sacrificio/mortificación.
Las claves y camino para una Santa Cuaresma.
- LA CLAVE DE LA CONVERSIÓN.
Necesaria para situarnos en las líneas que marca el Evangelio. No todo es válido y, a veces, podemos caer en un relativismo letal para nuestra fe.
- LA CLAVE DE LA ORACIÓN.
El contraste, cara a cara con Dios, es necesario para comprender y entender no lo que nosotros queremos sino aquello que el Señor desea hacer con nuestro barro. La frialdad del alma es consecuencia de la ausencia de relación con Dios.
- LA CLAVE DEL SILENCIO.
Las grandes horas de Cristo (desde Nazaret en su Anunciación y pasando por Belén hasta su vida apostólica, pasión y muerte) vienen marcadas siempre por el silencio: ausencia de ruido con la presencia de Dios.
- LA CLAVE DE LA CARIDAD.
La vida de un cristiano no es simple solidaridad (a veces condicionada por colores ideológicos). Nuestra entrega, limosna y generosidad vienen definidas por una fuerza mayor: por un compás que viene marcado por la mano de Dios.
- LA CLAVE DE LA PENITENCIA.
No es una palabra que esté de moda y, en muchos ámbitos lingüísticos, totalmente desconocida. La abundancia no hace feliz a las personas. Hay bolsillos llenos con corazones desgraciados y, en cambio, vidas alegres con caminos austeros o sencillos.
- LA CLAVE DE LA EUCARISTÍA.
En ella conmemoramos el cenit de la vida y cumbre de Jesús de Nazaret. En pocos minutos (aunque a algunas personas se les hagan eternos) escuchamos la Palabra y hacemos memoria de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. ¿Tan poco amamos a Cristo que un encuentro con Él se nos hace largo?
- LA CLAVE DEL COMPROMISO.
Jesús, antes de subir al púlpito de la cruz, recorría mil caminos anunciando la Buena Noticia, pero al mismo tiempo, con sus manos y con su manto, con su mirada y con su saliva, con su sabiduría y su pensamiento, curaba, sanaba, levantaba, resucitaba. No nos quedemos sólo en palabras.
- LA CLAVE DE LA PALABRA DE DIOS.
El mundo es un volcán de palabras, pero la mayoría de las veces, traducidas en promesas incumplidas. Jesús, cuando habla, lo hace para tu situación concreta. El camino cuaresmal tendrá contenido si en él nos hacemos oyentes de la Palabra de Dios.
- LA CLAVE DE LA FE.
La cuaresma es confianza en un Cristo, que desde sus primeros balbuceos en Belén o pasos en Nazaret, orientó su existencia hacia Dios. Sin FE no se entiende la cruz, ni el costado abierto para que el mundo se abra también al amor de Dios.
- CALENDARIO CUARESMAL.