Otro Beato Carmelita, será Canonizado el Domingo día 15 de mayo de 2022
TITO BRANDSMA. CARMELITA MARTIR.
Bolsward (Holanda) 23 febrero 1881 + Dachau 26 julio 1942 (60 años)
Nació en la granja de Oegeklooster, cerca de Bolsward, al este de Frisia, en los Países Bajos, el 23 de febrero de 1881, y se le bautizó con el nombre de Anno Sjoerd Brandsma Postma.
Su padre, Titus Brandsma, era un agricultor rico, casado con Tjitsje Postma. La salud del joven Anno Sjoerd fue tan frágil que no le permitió trabajar en el negocio familiar, ni (como le gustaría) unirse a los franciscanos menores, donde completó sus primeros estudios. Entró en los Carmelitas de Boxmeer y tomó para sí, el nombre de su padre, Titus. Después de completar sus estudios de filosofía y teología, hizo su profesión religiosa y fue ordenado sacerdote el 17 de junio de 1905.
Enviado a Roma, asistió a la facultad de filosofía de la Pontificia Universidad Gregoriana y cursó sociología en el Instituto Leoniano. De regreso a Holanda, enseñó filosofía y matemáticas en el Estudiantado Carmelita de Oss, hasta 1923. Al mismo tiempo cultivó la pasión por el periodismo, publicó artículos en varios periódicos, algunos de los cuales llegó a ser redactor jefe; comenzó también la publicación en varios volúmenes de las obras de Santa Teresa en holandés. En 1923 se convirtió en profesor de filosofía e historia del misticismo en la recién formada Universidad Católica de Nijmegen y en el año académico 1932-1933 fue elegido Rector Magnífico.
En 1935 el obispo de Utrecht, monseñor Johannes De Jong lo nombró asistente eclesiástico de la asociación de periodistas católicos del país (una treintena de periódicos). Con el carnet de periodista internacional viajó a Irlanda y Estados Unidos, donde impartió conferencias sobre la espiritualidad y tradición carmelita, recogidas posteriormente en el volumen «La belleza del Carmelo».
Entre 1938 y 1939, mientras las oscuras sombras del nazismo comenzaban a acumularse en Europa, el padre Titus impartió cursos en la universidad sobre la ideología nazi, denunciando en voz alta su distorsión ideológica y criticando su enfoque pagano y antihumano. La guerra, que comenzó en septiembre de 1939 con la invasión de Polonia, estalló también en Occidente: el 10 de mayo de 1940, los alemanes invadieron Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia, imponiendo poco a poco su propia ideología. El 26 de enero de 1941, los obispos de la Iglesia holandesa reaccionaron con firmeza contra las disposiciones nazis y el padre Titus, al frente, colaboró activamente con el episcopado, consciente de los riesgos a los que se enfrentaba.
El 19 de enero, tan pronto como regresó a Nijmegen, dio la última lección en la universidad; al regresar al convento, fue arrestado y encerrado en una celda de la prisión de Scheveningen. Se le permitió llevar consigo dos libros: La vida de Santa Teresa de Jesús de Kwalkman y Jesús de Cyriel Verschaeve (1939). En su celda Titus pudo dedicarse a escribir la vida de Santa Teresa y, a falta de papel, utilizó el libro sobre la vida de Jesús, escribiendo entre líneas la de la santa de Ávila. En esa época también escribió un diario, titulado «Mi celda», y la oración «Ante la imagen de Jesús», en los que expresaba su desolación, consolado por la presencia mística del Señor.
El 12 de marzo fue llevado al campo penal de Amersfoort, donde fue obligado a trabajar y vivir en condiciones extremadamente duras; el 13 de junio fue trasladado al campo de clasificación de Kleve, en Alemania, y de allí conducido en un vagón de ganado al campo de concentración de Dachau, donde llegó el 19 de junio de 1942. Debido al extremo debilitamiento de su ya precaria salud, fue internado en el hospital de campaña, el Revier. Allí permaneció hasta el domingo 26 de julio, cuando fue asesinado con una inyección de ácido fénico.
El ácido fénico ya empezaba a correr por sus venas cuando el carmelita Tito Brandsma pronunció estas tres palabras, «Rezaré por ti», que fueron las últimas de su vida, y que fueron dirigidas a la enfermera que, por orden de las SS en el lager de Dachau, le aplicó una inyección letal. Un perdón, invocado por el religioso, profesor y periodista, en medio de sus últimos suspiros, al final de una vida de santidad, traducida en coraje y determinación durante los oscuros años de la invasión nazi.
A aquella enfermera que lo estaba matando, el padre Titus le entregó el rosario que le había hecho un recluso. La mujer dijo que no sabía rezar, y el padre Titus respondió: «Solo di Avemaría». Más tarde se convirtió al catolicismo y pudo testificar en el proceso de beatificación, contando las últimas horas de la vida del carmelita.
En 1952 se introdujo el proceso de beatificación y canonización: fue el primer proceso sobre un supuesto mártir del nacionalsocialismo. El 3 de noviembre de 1985, San Juan Pablo II proclamó beato al padre Titus Brandsma, como mártir de la fe.